en la torumba arunda
junto con tus fauces
de remolinos y rezongos.
Te usurpas
el viento y el terrón
del silencio.
Cobija el Olimar
astillas de piedras
en tus manos de campaña.
Lo perpetuo es un retobo
de maleta y duda .
Hoy padre estarás
en la turomba arunda
en el brocal
vaivén de tu sombra
que lía un malón de centauros.
El golpe de la encina
es un lastre heladizo
con golondrinas aletargadas
en la hondura de mi pecho.
Hoy padre estarás
en la turomba arunda
no necesitas llamarme.